Sobre mí

domingo, 19 de noviembre de 2017

El trilema del filósofo

Dicen que la filosofía no sirve para nada... ¡y es cierto! Nada útil, quiero decir. Y, aunque parece que esté echando piedras sobre mi propio tejado, es la pura realidad. Supongamos que se produce un naufragio. En los restos de lo que fue un bote, sobreviven tres personas: un ingeniero, un médico y un filósofo. A lo lejos se divisa una pequeña isla, probablemente desierta. La deficiente embarcación zozobra. Hay que liberarla de peso o, de lo contrario, se hundirá y los tres perecerán. Uno de ellos se debe tirar al mar y sacrificarse por los otros dos. ¿Quién será? Si hay que pensar en lo práctico, es decir, en la supervivencia y el día a día en una isla desierta, no hay duda. El ingeniero está acostumbrado a transformar materiales para convertirlos en objetos útiles para la especie humana, mientras que el médico es capaz de detectar enfermedades y curar. Que se prepara el filósofo para el agua, ¿no? Ya lo dice el viejo dicho: "Primero comer y luego filosofar". Cuando falta lo necesario para que la supervivencia esté asegurada, la filosofía está de más. Solo aparece y tiene sentido cuando no hay que pelear por un pedazo de comida. Entonces, sí; entonces nos ayuda a comprender el sentido de todo.

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