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lunes, 28 de mayo de 2012

De la utopía al Neolítico


La palabra utopía tiene su origen en una obra de Tomás Moro (1478-1535), jurista, humanista y uno de tantos decapitados durante el reinado de Enrique VIII, a pesar de haber sido su canciller. El libro tenía un nombre tan largo y complejo (De optimo reipublicae statu, deque nova insula Vtopiae) que hoy en día la conocemos simplemente como Utopía. Utopía era una isla situado en un lugar desconocido del océano en la que existe una sociedad perfecta. La palabra utopía tiene origen griego y significa literalmente "No - lugar". De manera que Tomás Moro ya tenía claro que esa perfección social había que considerarla irrealizable. Hoy en día entendemos una utopía como aquel proyecto o sistema optimista que pretende la perfección social, pero no lo consigue. El diccionario de la Real Academia añade que no se puede realizar en el momento de su formulación. Sin embargo, no seamos ingenuos, la perfección social no existe, no ha existido ni existirá. Platón (427-347 aC) concibió una gran utopía en su diálogo La república. Pero es en los tiempo modernos cuando han surgido muchas ideologías gran contenido utópico. 
Con la revolución industrial llegó el problema obrero y con este el socialismo. Marx (1818-1883) concibió otra forma de organizar la sociedad. La revolución sería la puerta de todos los cambios. Los medios de producción se debía colectivizar, de manera que se llegara a un estado ideal llamado "dictadura del proletariado". De Marx surgieron otros teóricos que llevaron a la práctica sus ideas o parecidas. Uno de ellos fue Pol Pot (1925-1998), quien en su afán por construir su "utopía", quiso barrer de Camboya todo recuerdo de cualquier tipo de sociedad anterior, devolviendo a la población al Neolítico. Una película de 1984, titulada Los gritos del silencio (The killing fields, en inglés) intentó recrear esta situación mientras narra los avatares de un periodista camboyano. 
En la literatura todas las utopías acaban mal. Pueden parecer perfectas, pero en ellas siempre hay un acto de violencia continuado contra la naturaleza humana y, por ello, nunca pueden triunfar. Orwell, Huxley, Benson, Wells, Morris... entre otros exponen buenos ejemplos.


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